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Un videoclip. El niño y el perro.

 

El niño debería haber estado muy contento esta noche. Un principal del gremio de los alpargateros se lo llevó a su casa, lo lavaron, le dieron ropa limpia y le regalaron unas alpargatas nuevas… ¡¡¡Tenía unas alpargatas nuevas!!!

Hacía más de un año que se le rompieron las suyas y caminaba descalzo. A lo sumo se ataba unos trapos en los pies cuando debía andar por terrenos pedregosos. Y nunca hasta entonces había dormido en una cama.

Debería haberse sentido inmensamente feliz, pero lloraba. Su amigo el perro permanecía tendido encima de la tumba de su amo. Se habían encontrado con él esta mañana. No lo conocía de nada y no lo había visto nunca anteriormente, pero sentía que eran amigos.

Inquieto, se levantó y marchó al camposanto. El perro seguía allí… inmóvil sobre el túmulo… con la cabeza apoyada sobre el suelo, inmóvil…

Un perro moloso… un perro de guerra…, el animal más feroz que jamás ha existido… Un perro que se enfrentaría con éxito a leones y tigres en los anfiteatros romanos…, que mataría al oso que se atreviera a acosar a un rebaño…, que vencería a una jauría entera de lobos… descendiente de la estirpe del fiel Pericas, el perro de guerra del gran Alejandro Magno. ¿Cómo era posible que siguiera allí tumbado sobre la tumba de su amo, sin querer comer ni beber esperando morir?

El niño se sienta entre sollozos a su lado, y le habla.

¿Qué cosas le estará contando este niño a su amigo feroz? ¿Qué palabras pueden devolver la ilusión a alguien que ha perdido a su ser más querido? ¿Qué razones tendremos para seguir viviendo cuando todo parezca haberse acabado para nosotros?

Hablan y se consuelan. Hacia el Este una tenue luz rasga la oscuridad de la noche… Es la diosa Aurora que nos anuncia la llegada de un nuevo día, el comienzo de una nueva oportunidad.

Cuando el Sol sale del horizonte, el niño y el perro van andando por el Camí Reial de Barcelona.

La masía de sus amos ha sido destruida, las cosechas quemadas y los animales están muertos. Se dirigen a buscar a su abuelo y partirán hacia el Norte.

Allí… muy lejos… hay unas montañas altísimas que se llaman los Pirineos. En invierno están cubiertas de nieve, pero en verano son refugio de los pastores que apacientan sus rebaños.

En aquellas tierras, lejos del mar y de los piratas, serán felices.


Así termina una bella historia de amistad y esperanza que nos hará llorar también.

Seguro que cuando nos aceche la desesperanza y todo en nosotros esté sumido en las tinieblas, recordaremos las palabras del niño a su amigo el perro feroz: Que después de la oscuridad renace la luz… que después de un final siempre hay otro principio…